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Protagonistas del cambio o víctimas de lo inevitable?

Muchas veces, ante un problema donde el azar no es quien depara nuestro destino, la diferencia entre un protagonista y una víctima es la actitud sobre cómo afrontamos esa situación.

En el mundo laboral, esta dinámica suele ser bastante recurrente. Principalmente porque es un ámbito donde el principal objetivo es ganar dinero en forma rentable y eficiente. Este objetivo nos obliga a dar lo mejor de nosotros frente a cada desafío incluso cuando representa una amenaza a nuestro estatus quo o zona de confort.

Hace más de 15 años que me dedico a gestionar procesos de cambio en empresas. La mayoría ligados a la tecnología, pero todos ellos con un profundo impacto cultural. Incluso, antes de la vida laboral, recuerdo situaciones incómodas con mi padre cuando de repente se frustraba frente a un nuevo avance tecnológico pidiéndome que por favor le explique más despacio cómo resolver alguna situación con la antigua PC con procesador AT.

Tengamos en cuenta que mi padre era un contador público, que atravesó muchos procesos de cambio en su vida laboral, reglas de cálculo, libros contables, máquinas de escribir, salas de computación, tarjetas perforadas, las primeras computadoras, lotus 1, 2, 3, Windows, MS Office, los primeros celulares, del disco de pasta al DVD. ¿Muchos no?

Incluso yo, con 42 años, me encuentro a veces en cierta incomodidad con algunas apps, o bien intentando jugar alguno de los juegos que utilizan mis hijos. Y es frente a esta última situación que me doy cuenta de que nuestra capacidad de absorber cosas nuevas depende de mantenernos incentivados.

Con incentivos me refiero a tener una razón para seguir ligado a ciertas tecnologías y su evolución. Porque de lo contrario, cuando perdemos esas etapas evolutivas, es como perderse parte de una película e intentar entenderla viendo los últimos 10 minutos de la misma.

Ser protagonista de la tecnología debe ser un hábito, debe tener su entrenamiento y perfeccionamiento para poder enfrentar cada desafío como tales.

Si definimos la tecnología como una forma de innovar; es decir, de hacer las cosas distintas para obtener un mejor resultado, en 1969, un sociólogo estadounidense llamado Everet Rogers, profundizó el estudio del impacto que hay en el encuentro de una persona (o muchas) y una innovación. Lo llamo “Difusión de innovaciones”.

En su trabajo, Rogers identifica que una innovación es atractiva y fácilmente adoptable si:

  • Cuenta con una ventaja relativa respecto de lo que teníamos anteriormente
  • Es lo menos compleja posible
  • Tiene la posibilidad de ser probada, previo a su adopción
  • Sus resultados son observables
  • Existe la posibilidad de modificarla para mejorar y adaptar a un contexto específico

Cuando en nuestro encuentro con la tecnología, nos transformamos en víctimas, ¿es porque no logramos transitar este proceso correctamente?

Aquí tenemos que detenernos en algunos aspectos que vale la pena considerar. Por ejemplo, el diseño y la usabilidad. Muchas veces la falta de alguno de estos aspectos en el proceso creativo, complejiza el proceso de adopción. Más aún cuando hoy estamos utilizando una vieja herramienta conocida, que nos permite resolver el mismo problema con menos complejidad (la ventaja relativa).

Sin embargo, en la vida laboral, no es una opción adoptar o no una nueva tecnología.  A veces por exigencias del mercado (para no quedar fuera de él) o bien porque se busca alcanzar un nivel de performance que sin ello, sería muy complejo o costoso alcanzarlo.

Así es, entonces, que como víctimas abordamos ese proceso de cambio, en forma traumática y por debajo de nuestra performance habitual.

La importancia de saber acompañar 

Hay muchas formas de acompañar un proceso de adopción tecnológica, pero hay dos principales con las que habitualmente me encuentro cuando gestiono un proceso de cambio.

Por un lado, mediante el autoaprendizaje. Una modalidad principalmente impulsada por los “tutoriales” que tanto vemos en YouTube. Es decir, la gente atraviesa el proceso de cambio ayudado por estas herramientas, definiendo ellos el ritmo y el momento de la explicación.

Si bien es una modalidad muy eficiente (sobre todo en costos) existen distintos perfiles de personas siendo algunas de ellas preferentes de un acompañamiento personalizado que les permita generar un convencimiento de lo que están adoptando.

Saber acompañar en la adopción de tecnología parte por saber escuchar la necesidad del usuario. Entender cuáles son los tipos de problemas que resuelve, porque los resuelve de esa manera, e invitarlo a encontrar nuevas formas de resolverlo.

Para ello incluso es importante tener conocimiento específico de una industria en particular para poder empatizar mejor con lo que el “usuario” nos dice.

Acompañar es conocer al usuario culturalmente y generacionalmente. Estos dos aspectos, son de vital importancia, dado que un video no distingue los detalles de esa dialéctica necesaria para lograr el convencimiento de la decisión de adoptar una nueva herramienta.

Incluso, según Rogers, a través del acompañamiento y escucha, es posible lograr adaptar la herramienta a distintos escenarios. Siendo este un factor fundamental para decidir adoptar. Adaptar para adoptar.

En definitiva, la adopción de tecnología en las operaciones logísticas es un proceso en constante evolución que requiere un enfoque proactivo, acompañamiento adecuado y atención a los aspectos clave como la ventaja relativa, la simplicidad y la adaptabilidad. Aquellos que se convierten en protagonistas del cambio, aprovechando las oportunidades que brinda la tecnología, están mejor posicionados para alcanzar la eficiencia y competitividad en sus operaciones logísticas.

Por Mariano Terrana, COO QuadMinds

Por: QuadMinds

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