-No llegues tarde- Una mezcla de sugerencia y de súplica que todos hemos escuchado alguna vez. Claro que suena distinto en boca de diferentes personas. Imaginemos a un superior del trabajo, a un amigo. Imaginemos a una madre pendiente de su hijo. O a un niño que espera ver a sus padres durante un acto escolar.
Hay momentos únicos; y de eso hablaremos en este breve artículo.
Nuestro tiempo es único, y último. No podemos desdoblarlo a voluntad, solo podemos tratar de comprenderlo, de captar las sutilezas de su manejo, de encontrar el mejor modo de adecuarnos a él.
Si estamos en el desierto parecerá transcurrir infinitamente lento, en el Metro irá mucho más rápido. Es que nuestra mente juega con nosotros, se anticipa, se prepara para el devenir. Aunque solo se trate del siguiente instante, hará todo lo posible para determinar su valor y el riesgo que implica.
Voces desde las profundidades
¿Qué ocurre con las cartas extraviadas?
¿Quedan suspendidas en el tiempo hasta que alguién las recibe?
Cientos de historias nos narran en palabras del pasado historias que no fueron.
Una carta es mucho más que líneas sobre papel, una carta suele tratarse de un proyecto personal, de un amor, de un adiós. De una idea reveladora. Si se pierde, simplemente muere. Tal es su importancia que en la mayoría de los países el correo es simplemente inviolable. Dos mentes puestas en contacto por un sistema, una organización dedicada a que millones de esas ideas y proyectos lleguen a destino. Sin embargo, muchas no lo han logrado. Como las notas de un náufrago flotan en el infinito océano de los años solo con la esperanza de que alguien las rescate y en posible las oriente hasta el final del camino.
«Cariño, lloré de alegría cuando leí tu carta, no sabía qué hacer, tendrías que haber estado aquí para ver lo feliz que me hiciste cuando leí que aceptabas y que serías mía para siempre »
Estas palabras escritas por Bill Walker, desde el frente de batalla en La India en 1941 llegaban con 77 años de retraso en respuesta a la carta que su novia Phyllis Ponting enviara aceptando la propuesta de matrimonio que él le había hecho.
Claro que ella nunca las leyó, por lo menos hasta cumplidos sus 98 años. Cuando Bill escribió esta carta contaba con 22 años y una vida de esperanzas tras el fin de la guerra.
Phyllis pensó que su amor se había arrepentido, que ya no la amaba. No pudo localizarlo ya que él murió en la guerra, y su carta se perdió con el barco que la transportaba, el SS Gairsoppa, hundido por los alemanes en febrero 1941 con más de 240 toneladas de lingotes de plata y más de 700 documentos y cartas como la de Bill. Ahora, gracias a una investigación, se han logrado reconstruir algunas de estas misivas, que ofrecen conmovedoras declaraciones de amor… y miedo.
“Cuídate, querida, no solo por tu bien, por el mío también”, escribió un militar desconocido. “Imagina que tengo mis labios apretados contra los tuyos y mis brazos alrededor de ti. Esperemos que esta sangrienta guerra termine pronto”, reza la carta. Según publicó “The Guardian”, este fragmento estaba destinado a una mujer llamada Iris, y forma parte de una de las tantas misivas que nunca fueron entregadas por el carguero.
Setenta años para una promesa fueron muchos, el tiempo jugó sus fichas en la vida de estas personas.
Como en las cartas, en cada entrega de productos hay una historia: un regalo, una sorpresa o simplemente algo que necesitamos para el día a día. No entregar a tiempo algo que alguien está esperando tiene consecuencias mucho más allá de un mal servicio.
Hoy la tecnología nos permite ser mucho más eficientes, desde Quadminds ayudamos a las empresas a poder entregar sus productos a tiempo, porque sabemos que detrás de cada entrega hay una historia.
-No llegues tarde, pues tal vez ninguno de nosotros esté allí. –
